Días hay en que quisiera freír en aceite de olvido
Mis crudas vivencias para sentirme mejor.
Días hay,
Como este,
En los que quisiera inventar recetas -para luego saborear-
Con la dicha de mi sazón,
Las insaboras experiencias de mi furtiva vida.
Y sin embargo el fuego que consume todo lo que soñé
Se acrecienta, haciendo de esta cena
Un mísero banquete de penas y lamentos…
¿Quién me sirve la entrada?
¿Quién el segundo? ¿Quién el pastel?...
¡Ah! El mesero con capucha jorobada,
Aquel que se ríe a lo lejos porque me ha dado
Un suculento festín de entrañas corrompidas
Con desganos y desdichas.
Aquel, que no conforme con mi rostro de desprecio,
Ha querido que me tome hasta el último sorbo
De esa extraña limonada con sabor a desdén.
Es por eso que ya no comeré más en su posada;
Por temor a que un día de estos me emborrache con sus aguas
Y me robe lo último
Que me queda de
E
S
P
E
R
A
N
Z
A
jueves, 10 de enero de 2008
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