viernes, 22 de mayo de 2009

Tanto por decir (y tan poco)

La poesía es la vida misma. Con sus colores claro-oscuros, con sus bemoles, con sus tragedias y epopeyas, con sus alegrías y tristezas, con sonrisas y lágrimas (más las segundas que las primeras y viceversa), con sus traiciones y sacrificios, con el amor y el desamor, con sus altos y sus bajos, con sus salidas e inicios, con tanta vida como la poesía misma.
Lo conocí a los 15, caminando por la gran avenida, con la guitarra de palo sobre el hombro,cuando pensábamos que el mundo era nuestro (y vaya que lo era!), cuando la mitad del poema nisiquiera se entendía por asomo. Cuando el momento se convirtió en para siempre y el para siempre se destruyó con la mañana siguiente.
Vaya, amigo, a lo que Ud. sabe hacer más que nadie. Un abrazo, maestro.

Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

(Mario Benedetti)