jueves, 29 de noviembre de 2007

Long, Long, Long


Recuerdo el día que tuve en mis manos (al fin) el álbum blanco de los Beatles. Para ese entonces me había convertido en un fanático de su música. No existía nada en el mundo –al menos en el mío- que no tuviera relación con ellos.
Empecé con el Beatles for Sale. Yo caminaba por el jiron huancavelica y de pronto me detuve frente a un vendedor ambulante que ofrecía su mercadería desperdigada sobre un plástico color azul tendido en el pavimento.
En aquella época conocía a los Beatles como los conocen muchos -o sea nada- y tenía en mi cabeza un par de canciones (las mismas del estribillo "Yeah, yeah, yeah").
Sin embargo, ése día reparé en la caja de un casette que me llamó mucho la atención. No era la tapa clásica que encontrabas en los "greathits". Era diferente.
Pagué alrededor de dos soles por la cinta. Ahora pienso -viéndolo en retrospectiva- que el viaje me salió barato.
luego del For Sale vinieron el Help, el Sargent Peppers, El revolver, el Magical, el Please please Me y otros tantos. Todos y cada uno con historias diferentes por la manera cómo los conseguí. En algunos casos rogando horas por una rebaja que me permitiera poseer otro casette de mis héroes.
Sin embargo, el White Album no lo tuve sino hasta el final y fue mejor así.
La tapa de este casette era simple. Bastante rayada por los años de recorrido y la fotocopia del librillo que venía con la cinta, había perdido color por la humedad y el manoseo.
El álbum blanco me costó 6 soles y sinceramente, fue una pródiga compra si se piensa en mi condición de adolescente dependiente del monedero materno.
Para ese entonces conocía al revés y al derecho cada una de las canciones de los discos anteriores. Cada compra terminaba como un ritual. Llegaba a casa con una sensación de complicidad no sé de qué, era una especie de "ansiedad-emoción" ante un nuevo descubrimiento, una proeza.
Me lanzaba sobre mi cama, prendía la radio grabadora y me entregaba a la música.
Ése día escuché -como de costumbre- la cinta de principio a fin. Pero esa vez fue diferente. La última canción me pareció un lamento, desnudo como tal, melancólico y profundo, un poema, un pedido de ayuda, un salto a la nostalgia, una mano tratando de agarrarte para poder salir de la tristeza.
Escuché esa cancíón varias veces. En realidad era simple pero no sé por qué me tocó tanto. Incluso hoy, mientras escribo estas líneas, estoy escuchándola y me genera las mismas sensaciones que antaño.
Sábato escribió que no es que todo tiempo pasado fue mejor, simplemente nos acordamos de las cosas bonitas y obviamos las que nos hicieron sufrir.
Oyendo nuevamente esta melodía puedo reconstruir diversos episodios de aquella época que talvez no fue la mejor en mi vida; sin embargo, qué bien me hizo encontrarla y también a ti.

Its been a long, long.... long time, George.


(Hoy se cumplen 6 años de la muerte de Harrison, donde quiera que esté)

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Visita inesperada (o Baudelaire por la mañana)



Mirando al albatros desde cubierta me doy cuenta cuán difícil se puede hacer la tarea de crear -o creer que se crea-
Lejanos quedan aquellos días en los que, con un simple chasquido, se presentaba la musa; ebria y dispuesta a ser poseída por la lujuriosa imaginación del más simple de los mortales.
La vorágine de los pasos apresurados, de las suelas hambrientas de más tierra y polvo y piedras, ha degenerado el don primario de la visión sin “peros”.
Pobre del albatros, indefenso. Desnudo ante los ojos acusadores de la envidia y la mediocridad ajena. Inexplicable.
Desde cubierta también observo el horizonte, inalcanzable.
Y las siluetas de los tantos albatros que antes me rodeaban empiezan a caer en la lejanía. Todos van cayendo. Inevitables.
Las teclas se han quedado en el olvido. Polvorientas. Los días se han detenido en ayeres. Inolvidables.
Mirando al albatros desde cubierta no puedo evitar sentir esa presión en la garganta, premonición absurda de lo que debes dejar partir a pesar de tu pesar.
Tan lejano ahora está el plumífero, que su cuerpo se confunde con las nubes grises del atardecer temprano de mi cabeza.
Tengo la esperanza que sea él quien -en su amplio panorama- pueda posar su mirada -viciosa y cansada- en un punto sobre esta cubierta.

“Sus alas de gigante le impiden caminar”. Es cierto, Charlie.

Muy cierto.

jueves, 1 de noviembre de 2007

La cuestión de Siempre

la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:


1°) Dios no existe.

2°) Dios existe y es un canalla.

3°) Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.

4°) Dios existe, pero tiene accesos de locura, esos accesos son nuestra existencia.

5°) Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?

6°) Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.

7°) Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.


extracto del capítulo "informe sobre ciegos" del la novela de Ernesto Sábato, "sobre Héroes y Tumbas".