jueves, 12 de junio de 2008

Cadáver Exquisito

Había una vez...Esperanza.
Que se vestía siempre de verde.
como el verde del mar en verano,
como el verde de los ojos profundos que nunca se cansaba de ver.
como el verde de las flores que nunca recibió y cuyo olor sabía a memoria.
Una memoria que se confundía con realidad; con pasado, presente y futuro.
Una memoria que solo pedía recordar.
Una memoria que era de su propiedad, algo que nadie le podría arrancar ni en el presente, ni en el pasado, ni siquiera en el futuro.
Sin embargo, esta Esperanza vestida siempre de verde, con memoria propia de presente pasado y futuro, tenía algo que ya no era suyo: su corazón.
Su corazón estaba en otros lares, en otros tiempos, en otros cuadros.
Su corazón estaba en otro corazón.
Un día Esperanza paseaba por un pasado pintado de muchos colores, pues era tiempo de otoño que, cansado de existir, echaba sus hojas coloradas a la tierra..
de pronto, el viento le trajo un murmullo desconocido...
Dicho murmullo era el murmullo de la primavera, con su olor a hierba fresca, a néctar puro, a viento cálido y suave.
Como aquél viento que te recorre el cuello, suavemente, como si tuviera miedo a despertarte.
Se acercó, Esperanza, a un árbol para descansar en su sombra, la incesante amiga de todos los que caminan sin meta, como si sus pasos condujeran a la nada.
Se sentó en la tierra suave y cerró los ojos verdes como el mar de verano.
De inmediato, Esperanza se halló en otras tierras -lejanas por cierto- e inmensas, como la inmensidad de sus dudas y de sus sueños.
Se incorporó y empezó a caminar por ese mundo nuevo. En el suelo se marcaban dos caminos y Esperanza se detuvo a pensar cuál de ellos seguiría...
..y se acercó un Sabio a conducirla..
la acariciaba con su aliento caliente y alegre...
y decidió acompañarla por el camino que Esperanza eligiera.
Ambos caminos eran largos y sinuosos....cada uno la llevaría a destinos diferentes.
Esperanza sentía temor de dar el primer paso y a pesar de que el sabio la acompañaba , el temor a equivocar el rumbo le impedía iniciar su andar.
A cuál destino acudir??...qué camino debo terminar??...cómo iniciar algo que desconozco???..-se preguntaba Esperanza- mientras el Sabio observaba su rostro...

Esperanza era mas bien blanca. Sus cabellos eran como hilos dorados y caían hasta sus hombros, frágiles...
Sus ojos, como el verde del océano en verano, poseían una luz tan extraña, tan penetrante y perturbadora, que el Sabio solo pudo bajar su anciana mirada...
Mientras quedaban los dos en el silencio divino, se oyó una voz bajita y no muy clara..
-quién es? pregunto Esperanza asustada y muy curiosa a la vez. Cuidadosa para no asustar a aquél con esa voz baja y tímida, tan insegura para empezar a hablar.
Esperanza y el Sabio miraban alrededor pero no se veía nada más que el horizonte tranquilo..
entonces, ¿quién era? -pensaron los dos-
Esperanza seguía intrigada y el Sabio le respondió...
"esa voz que escuchais, Esperanza, ésa que te tiene inquieta, que no te deja escoger entre uno y otro camino, esa voz bajita y tímida, es la voz de tu corazón.
Podrás andar cualquiera de estos dos senderos con el frío y calculador paso de la razón pero, déjame deciros, que si escoges con el corazón el camino que te atrevas a emprender será el correcto".
Hablaban tanto que no se dieron cuenta que había anochecido...
Esperanza -con esperanza- miró al Sabio, lo tomó de la mano, fijó la mirada en sus ojos profundos y tranquilos y se sentó junto a él, en la encrucijada, mirando las estrellas que bailaban en el cielo dormido.
Esperanza observaba el cielo como si fuera la primera vez y el Sabio la veía a ella como si fuera la única estrella.
El Sabio quedó embelezado por la belleza de Esperanza. Nada de lo que hubiera podido pasar en ese instante habría hecho que el Sabio quitara la mirada clavada en el perfil de Esperanza.

(Querría el Sabio retener a Esperanza y no dejarla partir hacia uno de los dos caminos?)...

Eso estaría por verse

Y cuando el silencio se volvió perfecto y los dos cruzaron sus miradas supieron que no importaría el camino que escogieran porque lo que importa -lo que realmente importa- es saber disfrutar el instante que se nos presenta y tratar de convertirlo en eternidad...
Tratar de parar el tiempo,
como si no existiera nada más que el silencio y el cielo con estrellas.

Y, si algún día pasan por una pradera, con olor a hierba fresca, a néctar puro y a brisa de primavera, si tienen una pizca de suerte y sin mucho apuro, podrán observar que Esperanza y el Sabio siguen allí porque escogieron el camino de la eternidad de los instantes...
Si los ven así, no los molesteis...!!!!
déjenlos vivir ese momento q es solamente suyo.
y tan deseado..
Como cuando uno añora la infancia en el umbral de la muerte, así añoran Esperanza y el Sabio perenizarse en ese instante...
y como todo cuento tiene su final y su moraleja, ya no molestemos más a Esperanza y el Sabio con nuestra narración...
lo que tenga que ser, que sea.
Porque debeis saber, niños queridos, que
"Los silencios son básicos".